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Una metodología para investigar con los sujetos

 

 

Jorge Alonso

 

 

 

 

Resumen

No es un libro más entre tantos, sino de una factura especial y de una gran importancia.  Está dividido en dos partes. En la primera hay una larga disquisición sobre el trabajo de investigar que revela una larga experiencia de Rafael Sandoval donde va planteando sus procesos, su filias y fobias, y en que destaca las formas de hacer en el proceso de conocimiento destacando la importancia del sujeto que conoce y de los sujetos con los que interactúa para hacer avances en el conocimiento. Plantea que deshacer el colonialismo que padecemos en las formas imperantes de realizar investigaciones no depende de la voluntad ni de la necesidad de asumir la conciencia de ese colonialismo. Profundiza en lo que llama una especia de indicadores observables sobre la implicación de lo que significa el despliegue de la subjetividad emergente zapatista.

 

 

Palabras clave: reseñas, libros, metodologías.

Citar este artículo (APA):

Alonso, J. (2018). Una metodología para investigar con los sujetos. Revista FAIA, 7 (30), 201-210.

 

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Rafael Sandoval coordinó y editó un libro que vale la pena leer, pensar, y discutir. Se titula, Problemas y desafíos de la formación en la metodología de la investigación, que apareció en la editorial Grietas, Guadalajara, México, en 2018 (260 páginas).

No es un libro más entre tantos, sino de una factura especial y de una gran importancia.  Está dividido en dos partes. En la primera hay una larga disquisición sobre el trabajo de investigar que revela una larga experiencia de Rafael Sandoval donde va planteando sus procesos, su filias y fobias, y en que destaca las formas de hacer en el proceso de conocimiento destacando la importancia del sujeto que conoce y de los sujetos con los que interactúa para hacer avances en el conocimiento. Plantea que deshacer el colonialismo que padecemos en las formas imperantes de realizar investigaciones no depende de la voluntad ni de la necesidad de asumir la conciencia de ese colonialismo. Profundiza en lo que llama una especia de indicadores observables sobre la implicación de lo que significa el despliegue de la subjetividad emergente zapatista. Va dando cuenta de lo que implica pensar como praxis, del deseo de reflexionar y del placer por saber. Problematiza de dónde viene la capacidad de pensar, y se adentra en la relación del reconocimiento como sujetos y los problemas de investigación. Insiste en la centralidad del sujeto y la implicación de esto en la estrategia metodológica de la investigación. Realiza una crítica de cómo las técnicas fragmentan el conocimiento. Expone algunos preceptos epistémicos para la metodología de investigación. Expone el acordar entre sujetos con respecto a la necesidad de conocer y saber. Considera que extrapolar conceptos es una forma de eludir la complejidad de lo real. Atinadamente sostiene que el pensamiento emana desde el flujo social del hacer y el movimiento de lo real complejo en sus múltiples dimensiones. Está en contra de los conceptos y categorías cerradas, y propone la incorporación de los contenidos del movimiento de lo real. Se opone a la teoría como repetición institucional, einvita a repensar lo pensado y a pensar lo aún no pensado. Va contra las mediatizaciones reduccionistas y abre a la realidad en movimiento.

 

Obviamente ningún autor es intocable, y hay que leer críticamente a los autores consagrados. Esta es otra enseñanza de este libro. Se opone a que se utilicen los conceptos de manera mecánica y con aplicaciones simplistas.

Se embarca en esto en una disputa con Pablo González Casanova, en una especie de raund de sombras. En el libro están los argumentos que propone Sandoval. Pero González Casanova lejos está de la incorporación mecánica de conceptos de ciencias duras, y su propuesta de acercarse a la complejidad la suele hacer consecuentemente de una forma bastante compleja.  González Casanova ha impulsado de manera consistente el diálogo entre los diversos saberes científicos y ha mostrado cómo las matemáticas son importantes en los procesos del conocimiento.

Esquematizando no poco podría recordar la gran contraposición existente en cuando a la explicación de la forma de conocer. Para algunos el mundo real está ante nuestros ojos con suma objetividad y lo que tendríamos que hacer es capturarlo tal cual, a la manera de una fotografía. Pero esta simplificación olvida que las cosas pueden verse diferentemente desde el punto de vista que se elija, y que hay errores de paralaje, y percepciones deformadas. La otra forma sería que lo que conocemos pasa por una elaboración propia, y que más que una realidad que está afuera, hay una interacción que se hace no como fotografía, sino como producción de cine. Pero ambas analogías tienen que ver con las imágenes. Existen muchas paradojas y combinaciones que permiten ir conociendo. El reto es que el universo y el mundo humano sea comprensible para nuestra mente, y que hay una realidad que es susceptible de ser conocida. Pero la experiencia científica nos hace ver que podemos tener juicios erróneos y, peor aún, prejuicios que nos obstaculizan conocer. También los desde dónde conocemos implican paradigmas que habría que ir rompiendo para ir avanzando en el conocimiento. No habría que olvidar lo que dijo Einstein de que los teoremas matemáticos sólo son seguros en la medida en que no se refieren a la realidad. Hay muchas teorías, pero ninguna es propiamente la realidad. Lo importante es que no reduzcamos la ciencia a ejercicios retóricos. También habría que tener en cuenta que la ciencia ha avanzado por medio de observaciones indirectas. La teoría de la relatividad nos ayuda para el megacosmos, y la teoría cuántica para desentrañar los secretos de la materia.[1]

 

Existen muchos debates sobre el quehacer de las ciencias sociales. Wallersteinplanteó que uno de los problemas de la especialización del conocimiento no es que los especialistas no estén familiarizados con otros campos del conocimiento, sino que, en forma global han forzado una opinión anticuada de ellos.  Nos ha recordado que a mediados del siglo pasado los fundamentos de la perspectiva newtoniana fueron atacados dentro de las ciencias físicas, y que eso impactó también a las ciencias sociales. Exhortó a releer lo propuesto por Ilia Prigogine quien recibió el premio nobel de Química en 1977 por su trabajo sobre las estructuras disipadoras. Wallerstein hizo ver que los argumentos de este físico se acercaban al cuestionamiento del universalismo que se había producido en las ciencias sociales. Enfatizó que las estructuras disipadoras, en contraste con las estructuras en equilibrio, son las que se mantenían por la disipación constante de energía y manifestaban su propia organización. Otro elemento de acercamiento entre la física y las ciencias sociales es que para Prigoginelas estructuras disipadoras estudiadas en los sistemas físicos y químicos evolucionan con el tiempo.[2]

En estas discusiones al finalizar el siglo XX el Director de UNESCO en Caracas realizó una investigación y consideró que las obras de Braudel, Wallerstein, Morin, Dos Santos, González Casanova, Aníbal Quijano y Enrique Leff, constituían un esfuerzo notable desde las ciencias sociales, y valoraba en gran manera lo aportado por Prigogine desde las ciencias duras. Enfatizó que para que las ciencias sociales tuvieran relevancia,se requería una imprescindible la reunificación epistemológica del mundo del conocimiento. Abogó por la integración en el análisis de los fenómenos sociales de lo idiográfico y lo nomotético, e incluso de esa visión con las ciencias duras. Apuntó que iba resultando menos relevantes los análisis desintegrados en comparación los conocimientos que aportaban el conjunto de las ciencias.[3]

En cuanto al texto de González Casanova escudriñado por Sandoval, ha tenido en revistas científicas revisiones críticas, pero los problemas que se le señalan no son los apuntados por Sandoval. Se indaga hasta dónde puede llegar el planteamiento de don Pablo de que las ciencias son un instrumento de liberación ante el dominio capitalista. Aunque se le ven aristas a esto, hay concordancia en que el pueblo se adueñe de la ciencia.[4]

Me gustaría que recordáramos lo que dicen los zapatistas en relación a la apropiación de la ciencia. Mientras “los científicos tratan de confirmar o descartar sus hipótesis sobre cómo funciona el cerebro, los pseudo científicos te venden cursos de gimnasia cerebral y cosas por el estilo.Y, en general, mientras las ciencias requieren rigor, estudio, teoría y práctica exhaustivas, las pseudociencias ofrecen el saber al alcance de un click en (…) el mouse de la computadora. O sea que la ciencia no es fácil, cuesta, exige, demanda, obliga.  Es obvio que no sea popular ni siquiera entre la comunidad científica.Nosotras, nosotros, zapatistas no hacemos ciencia, pero queremos aprenderla, estudiarla, conocerla, aplicarla. Conocemos el cortejo que tenemos de las pseudo ciencias y su ruta de optimización de la pobreza: el querer engatusarnos diciéndonos que, los no-conocimientos que tenemos son, en realidad, “saberes”, dicen. (…) esa posición invariablemente viene de la mano de quien nunca ha hecho ciencia(…). Así nos dicen, y nos ponen de ejemplo que sabemos cuándo hay que sembrar.  Cierto, sabemos cuándo hay que sembrar, identificamos ciertas “señales” en la naturaleza y, por usos y costumbres, sabemos que hay que plantar la semilla.Pero no sabemos por qué con esas señales se indica el inicio de la siembra, ni cuál es la relación entre esas señales.El interés de la juventud zapatista por la ciencia (…) encuentra eco y apoyo ya en los adultos y ancianos, porque el cambio en el clima ha provocado que las señales se vuelvan borrosas.Ocurre ahora que, con el cambio climático, los tiempos de “seca” o de lluvia se han trastornado.  Ahora llueve cuando no le toca, y no llueve cuando le toca.  Los fríos se empiezan a hacer más cortos en duración e intensidad.  Animales que se supone que pertenecen a determinadas zonas, empiezan a aparecer en otras que no tienen ni vegetación ni clima semejantes. Cuando la lluvia tarda en aparecer y corren peligro las siembras, en los pueblos acostumbran lanzar cohetones al cielo “para que despierta la nube”, o para darle de saber al dios que ya es su tiempo de llover, o sea que le recuerdan de su trabajo al dios por si es que está distraído.  Pero resulta que, o el dios está muy ocupado, o no escucha, o no tiene nada qué ver con el alargamiento de la sequía.Vean entonces que no basta el conocimiento ancestral, si es que se puede llamar conocimiento”.[5]

Lo importante es que el quehacer de las ciencias tiene que ser de alguna manera algo colectivo y no individual.  Estoy de acuerdo en no caer en el uso simplista de los términos, y en no importar mecánicamente, pero hay que saber establecer un diálogo entre los diferentes saberes y no encerrarse en los compartimentos estancos de las diversas disciplinas. Considero que esa labor de diálogo es lo que precisamente realiza González Casanova.

Otro mérito del escrito de Sandoval es que nos comparte elementos de su diario de clase en su participación en la Escuelita Zapatista, y propone adentrarnos a la perspectiva del movimiento de mujeres kurdas de la cual ofrece algunas pistas.

El libro incorpora un brillante escrito de Arturo Escobar que forma parte de un debate sobre el colonialismo intelectual y los dilemas de la teoría social latinoamericana. La pregunta central del debate fue “Muchos autores han insistido en que uno de los rasgos fundamentales de la teoría social latinoamericana es la dependencia intelectual o epistémica, respecto de los conceptos y marcos teóricos elaborados en los países centrales. (…)¿Qué significa pensar las ciencias sociales desde América Latina en el siglo XXI?”

La respuesta de Escobar fue la siguiente: “A lo largo de mi propia práctica académica, he ido descubriendo que el espacio académico moderno funciona a partir de ciertas prácticas epistémicas claves, entre las cuales destaco las siguientes: a) tres paradigmas centrales (teoría liberal, teoría marxista, teoría posestructuralista), con sus correspondientes epistemologías; b) la demarcación, dentro del flujo ininterrumpido y complejo de lo real, de esferas separadas y supuestamente autónomas (ej.: “economía”, “sociedad”, “cultura”, “política”, “religión”, “individuo”, etc.), cada una con una disciplina dedicada a develar sus secretos (economía, sociología, politología, antropología, psicología, etc.); c) una serie de dualismos constitutivos que también condicionan el conocimiento (sujeto / objeto, mente / cuerpo, razón / emoción, naturaleza / cultura, humano / no humano, secular / sagrado, entre muchos otros). Quiero resaltar (…) que todo trabajo académico tiene que funcionar de acuerdo con estas reglas para ser considerado como tal; por ejemplo, toda tesis de maestría y doctorado debe aceptar esta estructura epistémica para ser aprobada (son pocas las que se salvan de este requisito nunca explicitado”.

Pese a algunos intentos contestatarios, Escobar afirma que la academia ha funcionado bajo las reglas férreas que sintetizó. Pero también hay quienes se han ido poniendo en los bordes de la episteme moderno/colonial cuestionando los dualismos constitutivos de la modernidad, como son la separación entre naturaleza y cultura (humanos / no humanos) y entre nosotros y ellos (occidente / no occidente; moderno / no moderno; es decir, la división colonial). Considera que “la teoría social y las ciencias sociales (e incluiría aquí las humanas y las naturales) ya claramente demuestran que son al menos insuficientes para proporcionarnos las preguntas –mucho menos las respuestas– necesarias para enfrentar las múltiples crisis interrelacionadas de alimentos, de clima, de pobreza y de significados. Alude “al cuerpo de conocimientos, cada vez más elocuente, que emerge de los procesos autonómicos que cristalizan con el Zapatismo pero que incluyen una gran variedad de experiencias y propuestas a lo largo y ancho del continente”. Destaca “el entramado de estas tres grandes trayectorias: el pensamiento de la izquierda, el pensamiento autonómico y el pensamiento de la tierra. Estas no son esferas separadas y preconstituídas sino que se traslapan, a veces alimentándose mutuamente, otras en abierto conflicto. Precisa que “lo real no está hecho de objetos aislados que interactúan; el observador no preexiste a lo que observa (…); no hay mundo externo al cual podemos aferrarnos; todo lo vivo siempre es parte integrante del pluriverso siempre cambiante. Aquello que llamamos experiencia siempre está coemergiendo con las experiencias de muchos otros seres. El conocimiento científico, por último, es sólo un intricado proceso de validación de cómo el experto construye eso que se llama lo real”.  Y ofrece ejemplos de construcción de teoría social autónoma. Haciendo la advertencia de que esas nuevas tendencias no están exentas de contradicciones y que habría que mantener un cierto tipo de vigilancia epistémica en relación con la distancia que ganan con respecto al episteme moderno colonial.  Propone como algunas de las características de estos nuevos esfuerzos el hecho de que “ponen de relieve la colonialidad del poder, del saber y del ser y se ubican firmemente en el espacio ontoepistémico de la diferencia colonial; problematizan las disciplinas e interdisciplinas tales como se encuentran actualmente constituidas; cuestionan el antropocentrismo, el androcentrismo y el logocentrismo constitutivos de los conocimientos académicos, tomados como un todo; se orientan hacia una episteme no dualista o postdualista (…); acogen los polos reprimidos de los binarios de la modernidad, tales como el cuerpo, las emociones, lo espiritual, los sentimientos, la intuición y la inspiración artística; proponen relecturas novedosas del patriarcado, del capitalismo y de la modernidad, de las múltiples resistencias frente a estos, y promueven diálogos y prácticas para la reconstitución de mundos de formas decoloniales, postdesarrolistas y pluriversales”[6]

Por suparte Sandoval nos ofrece un texto en el que analiza la tendencia a subordinar las actividades sustantivas de la universidad pública a los intereses del mercado capitalista. Y también comparte una propuesta que realizó para una antropología crítica.

 Si la primera parte es en sí misma muy rica e interpelante, la segunda sección de esta publicación se coloca a la altura de lo ya expuesto y ofrece una riqueza especial.  Se compendia como el aprendizaje del saber heredado. Experiencias iniciales y primeras rupturas. Reflexiones desde el aula. El coordinador destaca que escribir y saber en colectivo implica reconocer que sólo entre todos sabemos todo.

Hadasa Herrera escribe sobre una mirada crítica entre pensamientos epistemológicos y reflexiones sensibles que surgen del aula. Plantea que desaprender es una de las primeras cosas que se necesitan para poder asimilar lo que se enseña en sociología. Se pregunta cómo investigar, y cómo hacerlo entre sujetos. Se opone a la cosificación. Advierte sobre la ruptura con la objetividad y la supuesta neutralidad. Pone en cuestión el prestigio de la metodología y de la teoría. Se opone a que el método transforme al sujeto en objeto. Se adentra sobre ética y conciencia en el quehacer de la sociología. Planea la necesidad de saber escuchar. Critica que la investigación no sea un proceso de conocimiento sino de instrumentalización al servicio de la hegemonía. Propone reconocer lo que se conoce y lo que no se conoce; no parar de buscar, articular el conocimiento que se tiene y no se tiene y el que no se sabe que se tiene con el reconocimiento del sujeto, y no dejar de imaginar. Reflexiona sobre conectar el hacer en la vida cotidiana y el hacer investigativo. Le interesa romper con los moldesacadémicos y de reproducciones sociales. Está en contra de una sociología de escritorio. Escribe que reconocer y ser consciente de la pluralidad de realidades y perspectivas pudiera ser el primer paso en ese caminar sensible y crítico en el tema de lo social respetando la autonomía y multidimensionalidad de los sujetos. Considera que a las ciencias sociales les tiene que interesar el sujeto, su actuar, y el curso que toman sus acciones. Anota que no basta con destruir el sistema, sino dejar de reproducirlo y legitimarlo con nuestras acciones. Concluye con una discusión en torno al alumno, futuro investigador y la investigación-sujeto. Recapitula que aprendió la humildad para valorar el aprendizaje que viene del otro; aprendió a cuestionar y reflexionar, que aprender es algo más que leer y contestar lo que los maestros quieren que contesten, sino probar algo diferente.

Marcelina Sánchez escribe en torno a construir conocimiento desde la cotidianidad. Se propuso transmitir no sólo lo que observa, sino lo que siente a partir de su experiencia. Critica el proceso educativo lineal, individualista, competitivo. Expone situaciones que muestran que en la relación maestro alumno hay un una expresión no sólo de poder y sino hasta de violencia. Se opone a la jerarquización del conocimiento. Comprendió que el lenguaje académico restringe y encasilla. Le indignó que se tratara de invisbilizar un hecho racista.

Yennifer Estefanía Aceves hizo una provocación para re-pensar el estudio social. Se distancia de una institución que buscar responder a las necesidades mercantiles, y de las formas de aprendizaje y enseñanza de la repetición. Precisa que no podemos seguir estudiando a los sujetos en sociedad como algo ya definido. Convoca a atreverse a cuestionar eso a lo que nos han acostumbrado, problematizándolo para pasar a la acción.

Paulina Romero trata eso que llamamos Academia y la responsabilidad de quienes la formamos. Fustiga la Academia que obedecea intereses de poder y económicos a la que llama Academia-industria, y le contrapone la que obedece a intereses de emancipación, la Academia-emancipadora. Propone decidirse por el pensamiento crítico. Y hace ver la necesidad y urgencia de cambiar la forma predominante de la academia que es la primera.

Araceli Zavala hace reflexiones metodológicas sobre la investigación, y destaca que la forma enque hacemos investigación impacta nuestra vida. Insiste en que la metodología no es una receta, ni un listado de técnicas. Llama a reflexionar sobre la forma en que pensamos, creemos, intuimos y sentimos. Aconseja preguntarse desde dónde y hacia dónde se intenta investigar. Plantea que la investigación es un proceso abierto y colectivo en un diálogo constante entre sujetos. Invita a caminar preguntando. Critica las prácticas capitalistas, racistas y patriarcales de realizar investigaciones.

Eréndira Ziualpilli Suárez, aborda las injusticias y violencia epistémica en la colonialidad del saber. Sostiene que hay una relación directa entre la colonialidad del saber y las injusticias de facto. Se adentra en los epistemicidios. Critica la supuesta superioridad epistémica occidental.

El libro finaliza con el texto de Isaac Sánchez en el que trata la escolaridad como pilar de la ciudad capitalista. Realiza un contrapunto a partir del horizonte ético político de la experiencia del pueblo añu. Considera que la educación capitalista está fundada en principios de un mundo destinado a autodestruirse. Sostiene que la universidad es uno de los pilares de la violencia estructural. Esta publicación es un denso y plural ejercicio de reflexionar lometodológico en la investigación que intenta no reproducir la burocratización del pensamiento, sino abrirse a un pensamiento crítico desde los sujetos situados y contextualizados. Hay que alabar su publicación, exhortar su lectura y discusión para ir avanzando en la producción genuina del conocimiento. Finalmente, quiero reconocer la labor de Rafael Sandoval, quien se está constituyendo en un clásico, en el sentido de que sus aportes van teniendo una interpelación contante en las formas de realizar la investigación en ciencias sociales.

 

 

 



[1]José María Agüera, “Explorando con Stephen Hawking los confines de la ciencia”, Rebelión. 20 de marzo de 2018, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=239253

[2] Immanuel Wallerstein, Impensar las ciencias sociales, México, Siglo XXI, 1998.

[3] Francisco López Segrera, “Abrir, impensar, y redimensionar las ciencias sociales de América Latina y el Caribe. ¿Es posible una ciencia social no eurocéntrica en nuestra región?”, en Edgardo Landre, comp., La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas Latinoamericanas. Edgardo Lander (comp.) CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Buenos Aires, 2000, http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/lander/lopez1.rtf   

[4]Carlos Eduardo Román, “Comentario al texto Las nuevas ciencias y las humanidades. De la academia a la política”, Revista Virtual UCN, abril de 2008, http://revistavirtual.ucn.edu.co/index.php/RevistaUCN/article/viewFile/140/268

[5] http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2017/01/13/alquimia-zapatista/

[6]Arturo Escobar, “Debate sobre el colonialismo intelectual y los dilemas de la teoría social latinoamericana”, en Cuestiones de Sociología, núm. 14, 2016,http://www.cuestionessociologia.fahce.unlp.edu.ar/article/view/CSn14a09/7294